extiende los irónicos cartílagos
convida mundos
imagina
piedras que abren los viernes
azares importunos
pregunta cuántos mueren de oficina
de trabajo doméstico
de estadística
de faltas
de sobras
de no poder
de poder
y de qué guerra perdida en expedientes
del número
y la cosa
sus compañeros transformados en puercos
sus cuerpos
transformados en lunes los martes
sabe que retorna por el grito
azul de los zapatos
telefonea a su hermana y pierde la mirada
experto en colas, saldos y calumnias
su padre es esa masa de años esperando
el último sello
sobre el papel gastado
yo se fija en el no es
porque el distinto no hace diferencia
el instinto
iguala átomos de a pares
sillas, alfombras y cucharas
antes de que termine el día
sumará ausencias para llegar al cero
me obsede tu nombre
de cenizas vespertinas
tu ausencia de caricias detenidas
sin ti no sé en qué calor
abandonarme
me dejas la piel sin puertas
articulada de inviernos
prologada de paredes
estampida de silencios
con el sol bebiendo de mi noche
la infinita tristeza
de las palmeras caídas
Sombra púrpura de la muerte
se avecina una tarde azul de diciembre
para darte sepultura,
con un verso salvaje,
con un puñal en cada mano.
Corazón vigilado,
¿de qué lado del pan está tu boca?
Al pie de tu niñez se ahogan mis fantasmas
y este placer es de piedra
y esta sombra transparente.
En el funeral de la muerte
no hay ataud, ni dios, ni nada.
¿De qué lado de tu vida está tu tiempo?
Virginidad perdida en una aurora distante,
un perro te muerde un pie
y el remordimiento la garganta,
y una catedral viajera
te roba el alma.
¿De qué lado de mi pecho está tu llanto?
nena,
¿de qué lado del amor, tu olvido?
qué pensarán los muertos que se los ve tan juiciosos
tengo vamos a ver
un impresionante deseo de jugar a cualquier rubro que dé pérdida
lágrimas de bronca y otra forma de reir
demasiada nada nos circunda como para sumar necesidades
(por supuesto que lo estoy escuchando)
tengo lo que tengo y otras tautologías
un dolor a la altura del silencio
malditos los benditos que no dejan dormir en paz
una niña que no sabe preguntar ni siquiera los domingos
un mate preferido que pierde por una herida imaginaria
en los conventos todavía me están esperando
acaso no les avisaron que soy demasiado creyente
tengo una idea
una sola y recurrente
soy el hijo bastardo de la confusión
encerrado al aire libre
clasificado rotulado viviseccionado ignorado vuelto
era tan dulce como mamá me soñaba
tan buen compañero que nadie me ocupaba
tan exacto como los relojes detenidos
tengo un poco de vergüenza que no mojó el alcohol
soy tan estúpido como creen los demás
pero tengo pianos de madera olorosa que tocan en la noche
sólo para que
nadie ponga un pie encima de sí
tengo la música
y hay canciones que felizmente no compuse
nunca aprendo
nunca entiendo
tengo un camino intransitable que estaba en oferta
una voz para callar mejor
un televisor apagado
unos zapatos siempre mismos
y un teléfono celular con servicio suspendido por falta
de pago
a veces me confunden tanto
que me confunden
y me acuerdo de llorar
porque soy adicto a la puta comodidad
si supiera escribir tal vez no necesitaría nada más
y me olvidaría de mí en cualquier libro
hartas de noches se dieron al día.
por algunas cartas supieron
que el absoluto es menos que número;
disimularon las cavernas
evaporando sangre de poetas
sobre el plano de oscilación de la mente;
soportaron el asedio del milímetro
(intangible como la sed del agua);
con persistencia de enigma
emulsionaron el deseo
hasta la claridad del beso;
bebieron tempestades y presencias
para detener el paisaje;
de las llamas del miedo rescataron
el alarido convexo de los tigres;
exiliaron la muerte al otro lado del estupor;
y aprendieron de la guerra la inocencia
y de la sonrisa
la sonrisa;
ahora todo les pertenece
como cuando eran niñas.
tengo un plan
la frase sonó en mi cabeza como una moneda al caer
en el aire de la noche un olor amargo se abría camino por encima de la
fogata
¿de qué se trata?
desde donde estábamos se podía ver el casino y las luces del anamora
un poco adentro
en la gran ausencia negra que debía ser el mar si todavía estaba ahí
me miré las manos
tuve un pensamiento o algo parecido pero felizmente duró muy poco
la otra cara movía la boca incansablemente como todas las noches
desde que había decidido acercarme al calor del fuego y de la
compañía
algo tembló a nuestro alrededor y las botellas vacías improvisaron una
frase de jazz
volví a mis manos
no sé que les pasaba
tenemos que hacer un mango
lo que pasa es que no hay laburo eso es lo que pasa
en el bolsillo quedaba un poco de vodka y dos pesos que me había dado
un médico
al confundirme con un cuidacoches
la otra cara empezó a fastidiarme
lo imaginé con los labios pintados, recién afeitado y con la dentadura
completa
pero fue inútil
la petaca de vodka parecía cada vez más grande y más vacía
los dibujos del fuego en el vidrio me recordaron una mujer
no me hizo gracia
otro temblor sacudió el suelo acompañado por unas gotas de lluvia del
tamaño de mi desgracia
un chisporroteo destrozó ruidosamente al anamora en medio del mar y
nos quedamos a oscuras
junto al fuego agonizante
el cielo parecía un televisor descompuesto
vamos al auditorium me gritaba haciendo bocina con las manos
al pasar por el bar compré otra petaca
me costó despegar la moneda de la barra
lo encontré acurrucado en los escalones abrazado a unos diarios viejos y
sonriendo de oreja a oreja
instintivamente busqué un lugar seco y me senté
llovía fuerte e iba a ser una noche muy larga
él me dijo:
tengo un plan
yo me miré las manos