Adivinación
Igor Sergei Klinki


 

El pueta (centro) cumpliendo una misión en China con dos oficiales rusos de espionaje. 1972.

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OLIGOMANCIA
El pueta (brazo tatuado) le pasa un ejemplar de La Tormentad a un compañero de prisión en Estambul. Circa 1981

Mi palma, mi semilla
de norte         frío
     como el mate último
                 de varadero
simplemente argumento
simplemente
te enseñará     me enseñará
a ser pobre,
                   último
con los pequeños soles
encerrados dentro                

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ESTULTICIAS NOVADORAS

sin táctica
sin estrategia
las doctrinas
ignoran el tablero

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

EL LIBRO DE LOS MUERTOS

conocía de memoria
                  el libro de los muertos
y aunque muchas de sus páginas
estuvieran adulteradas por el uso
y las maquinaciones
               de los profetas y adivinos
tenía la certeza de no estar incluído

(sabía también
las dificultades de los muertos
para corregir sus hábitos
y modificar conductas)

confiaba en una vieja costumbre
de los dioses
             de prodigar la inmortalidad
a las leyendas y otros estúpidos

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

LA PRISIÓN

cincelado por los muros de mi cárcel
estremecí gritos en la garganta de las noches
y a cada lado un igualado brazo
apuraba la herrumbre de mi cuerpo
las mañanas traían cigarrillos
que me negué a fumar, una por una
y aquella tarde
sumaba costillas y domingos
tan lejos del agua y de la sed
que redoblaba el sufrimiento
ya cansado de morir
alcé las vecinas manos
por el cuello del verdugo
para obligarlo a comer de mi dolor y de su miedo

Santa Cruz de la Sierra
Bolivia, 1989

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BALCÓN AL VOLCÁN

un otoño sin verano me ha tocado el hombro
distrayéndome de vian y de la siesta

respiro densamente las primeras
                   once y diez de la mañana
en este otoño sin mesa tendida

mi estómago rumbea hacia la alacena vacía
extralimitando el vacío más allá de lo tolerable
           se enfada y desaparece
con un aleteo de palomas amándose

(no es la muerte
pero la temo tanto
que dibujo un pan)

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

EL LENGUAJE DE LO INVISIBLE

sentí la muda, horrorizada palabra
escapando de mis ojos

endureciéndose en el aire triste
de tus otras horas

cuando yo no era más que una
ausencia inadvertida

una suave brisa sobre las hojas
doradas de tu pensamiento

una serpiente oculta en el camino
apenas iniciado

con el vuelo inseguro de la mirada
distraída de la tarde

recordá la primera visión de mi fantasma
su lento espejo

la desarticulada presencia de mi nombre
a las siete de la tarde

cuando yo no era más que un
oscuro vagabundo

recorriendo las orillas oscuras
de tu próximo sueño

tu pasado retumba en mis oídos
y avanza tenso

masticando la fiebre invernal
de nuestros cuerpos

pronunciá el olvido que te espera
en el final de este poema

el espinoso tallo que te acecha
bajo la sonrisa de la rosa

la pregunta no formulada entre
los dientes de tus días

cuando yo no era más que una
espesa palabra

en el discurso vacío y cansado
de tus labios lastimados

me rompo hacia adentro como
el terror en el grito

me rompo como la llama de un fósforo
hacia la noche y el adiós

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DESCUBIERTO BAJO UNA HERIDA

descubierto bajo una herida
por las calles hasta tus besos
mi territorio de días con espinas
como si no fuera porque eres
la furia del vino
y todo lo que abandoné
la greda oscura que sangraba

nadie vio aquella quebrada
caprichosa
donde los sueños del bosque
me llevaban

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

BRÚJULA

sobre la escarcha de los días
el viento agitaba sus alas de piedra
perdiéndose en las cenizas del día más corto
pude ver desde lo alto
el camino que te trajo hacia mí
su pequeño préstamo arrebatado
a los confines de la muerte
pronunciando una rosa de polvo
en el desierto asfalto de la noche
con su lengua de fuego detenida
en la palabra última del cadáver
con el agua incierta de las lluvias muertas
y un horizonte atravesado de tormentas
giraba el norte soplado
por el siniestro amor que nos condena

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

SALVO LA ROSA

al caer los muros, todos los muros
en una tarde cualquiera de Dublín
Borges comenta con un imposible Cortázar
su Inferno, I, 32 desde el crepúsculo del día
hasta el crepúsculo de la noche,
—Salvo el crepúsculo— respondía Cortázar
—nadie nos recorre
entonces Borges, ciego y para peor, muerto,
imagina un camino como siempre
atravesado por los barrotes horizontales
de su literatura,
de todas las literaturas posibles
que ha vivido en el lenguaje de la arena
transitado junto al fuego
en las lunas inconstantes de su noche entera.
Él ó Cortázar, aman distintamente
el talento de uno y la ciudad del otro,
multiplicado por la infinita violencia
de pertenecer los tres a cosas diferentes
queriendo ser el mismo
cada uno con su sospecha
ahogada por el Sena y cegada por el Támesis
mientras Cortázar reparte condones
en las lápidas vecinas
el otro apura su huevo frito con panceta
en una tarde cualquiera de Dublín
piensa Borges su próxima jugada
harto compleja para la simplicidad del crepúsculo
un batir de alas de mariposa
sobre una rosa gris de mirar enajenado
pero con su indestructible aroma
algo de un tal Joyce inventa una espera
que durará trescientos años
ni un día más
ni un día menos

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CARTA DE PAULA

mamá murió sin enterarse quien era papá
apenas una sonrisa en la penumbra
entre este whisky y el próximo
así hasta que un día quedó embarazada
y no pudo reunir el dinero del aborto
cuando te conocí imaginaba
que nunca podría decirte esto
imaginaba carreteras solitarias
que nos recorrieran de pueblo en pueblo
a bordo de un convertible rojo cortando la lluvia
imaginaba tus caricias en el costado del camino
tus labios en los míos
tu extraña cosita pentrándome
el rumor del rocío bajo mis nalgas
imaginaba algo muy parecido al amor
caminatas a la luz de la luna
sueños intermitentes en el agua de los lagos
cabañas escondidas en lo profundo de la noche
comidas exóticas que cocinarte
imaginaba días en los que el sol
hiciera todo trasparente
muchos niños para llenar el día
todos los verdes girando alrededor
más verdes que este dólar
que el hombre del aparato en los dientes
me dejó junto a su sonrisa
sobre la barra

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

REINCIDENCIA DEL ÁNGULO

como las estaciones van los lados del camino
acumulando aires de la tarde en su boca
y los muertos lloran con ojos fingidos
y sus sueños se pudren
con hierros espesos e impenetrables
amor es una palabra invasora
negra y abandonada
como un ataud que medita
el camino cubierto de distancia
de dedos que aullan en la niebla
por la angustia
de los enamorados
hay patios dolientes
que conozco tan poco
¡oh naufragio otoñal!
amores pegajosos de penas escalando
portones y huesos
establecidos en una casa sin ventanas
con puertas que dan a la desgracia
¡oh terror a la oscuridad del día
atravesado por la duda!
el amor es un ciego que mata
con un puñal de oro
un perro hambriento que pasa
mordiendo las emociones y la sangre
que luego se tiende en la vereda
con el estómago lleno
de soledades y cartas

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

TODOS LOS POLLOS

me suicidaron
qué fácil era
 
uno que se probaba
la piel del viento
 
y el resto
vuelve al gallinero
 
los gatopardos
con los pollos
 
revueltos
sin huevos

ÁTICO

 

 

 

 

 

 

 


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