aun la libertad sigue siendo el dolor de pertenecer a la historia,
la mano herida que busca un corazón en el desprecio,
y que el falso amor convoque lágrimas en amistades fingidas
mientras disimula su verdadero nombre en la sonrisa oscura,
que el asesino del sueño encuentre su gloria instantánea
mordida de párpados, atenazada de garfios,
para que el camino le extravíe los pies
y el eco le devuelva una victoria ajena
DEL
AMOR HUÉRFANO
todo amor se funda en el vacío
que pretende llenar en el abrazo, en el beso
o en el coito
la orfandad se dibuja en la piel de los amantes
y lo que antes fuera audacia
amanece rutina
por ejemplo, cuando dices "te amo"
¿qué posibilidad te queda?
hacia lo lejos, la madrugada delira
un incomprensible lenguaje de relojes
y mi talado corazón cae
golpeando un muerto
yazgo inmóvil en el borde de tu mano
allí donde te gusta verme
pero no me amas mejor ni la mitad
tus dientes hendirán otra madera
y en el camino hacia tu labio
fugarás un sueño
o dos
sólo para verlo
ÁTICO
DEL
PRÓLOGO
Toda
la historia puede resumirse en una simple mirada con los
rayos del sol cayendo, perpendiculares, sobre el prisma
del pensamiento.
Detrás del palomar un gato negro descansa y un amor
olvida un amor en las orillas del sueño. No todo
es azar o certeza en la poesía. Sí, tal vez,
una sucesión de urgencias que desconoce la organización
y el tiempo. Una forma de literatura que reniega de su origen
y abre las puertas del sentido cerrando las del análisis.
Que no le teme al absurdo ni a la risa.
No es la fruta, sino la semilla creciendo en un campo helado
bajo la luz distorsionada de la locura. No es Macbeth, sino
la daga. No es el camino, son los pasos.
ÁTICO
DE LA CIUDAD
ciudad, pequeña ciudad
pequeña y extraña como una traición
tan sola
tan triste
si pudiera
te abrazaría
ÁTICO
DEL MAR
Ahora el mar se pavonea frente a mí
con la gracia de una prostituta enferma
yo olvidé los tres nombres del dolor
y sin mirarlo
sonreí
ÁTICO
DEL FINAL
Todo lo que vive muere,
y lo que muere está muerto.
Nada más.
ÁTICO