Prontuario
Igor Sergei Klinki


 

Pasaporte chino del pueta. Circa 1976.

APUNTES PARA UNA BIOGRAFÍA VIRTUAL

Poeta y consultor deontológico ruso virtual nacido en Kiev (Ucrania) el 10 de octubre de 1959. Militar, espía, periodista, fotógrafo ocasional, pintor, son algunas de las actividades que ejercitó, a veces contra su voluntad..

Su padre, Vladimir, era aviador de la Marina de Guerra Soviética y murió en combate durante la guerra de Afghanistán. Tatiana Alexandrova, su madre, de origen campesino y ortodoxa militante, había concebido exactamente un año antes del nacimiento del pueta, un niño al que habían bautizado Igor Sergei y que falleció a los pocos días víctima de una enfermedad incurable. Este hecho marcó a fuego la vida del pueta: sus padres vieron en el nuevo vástago una reencarnación del primogénito y siempre lo trataron como tal. Los cumpleaños del pequeño Igor consistían en una tortura interminable que comenzaba con una visita al cementerio donde el pueta observaba en silencio su propio nombre impreso en una lápida. Esto le provocó no pocos desórdenes mentales que lo revelaron como una personalidad hostil y malhumorada, al punto que sus progenitores decidieron incorporarlo a temprana edad a la Academia militar de la URSS para que formara su carácter y templara su espíritu. Lejos de mejorar, el joven Klinki experimentó un trastorno mayor y se aislaba con frecuencia a escribir poemas que luego recitaba a viva voz durante el rancho y las horas de descanso. Castigado con frecuencia por estos desmanes, finalmente fue expulsado lo que motivó la ira de su padre que a partir de entonces le retiró la palabra para no devolvérsela nunca más. Igor debió entonces marchar a España, pero al poco tiempo de residir allí, fue contactado por miembros del espionaje soviético que lo obligaron a llevar a cabo algunas misiones bajo amenaza de devolverlo a la Unión Soviética donde sería enjuiciado por traición. Fue entonces cuando Klinki se instaló en Beijing para infiltrarse en las filas de la Juventud Comunista China, tal como se le había ordenado. Moscú se interesaba en la actividad china a partir de los cambios producidos luego de la muerte de Mao. A los pocos meses, y gracias a la colaboración de una jovencita con la que mantuvo un breve romance, consiguió fugar a México burlando el acoso de los servicios soviéticos. Igor recordaría siempre a la pequeña Sun Li; prueba de ello son los numerosos trabajos literarios a ella dedicados (v.gr. Impresión III).
Corre el año 1983. Igor se emplea como actor de reparto en una importante cadena de televisión y por las noches asiste a un seminario de teoría de la comunicación en la Universidad Autónoma de Chihuahua. Se diploma de consultor deontológico en Febrero de 1986. En junio, durante un viaje a la capital, es descubierto por sus compatriotas y debe emprender nuevamente la huída, esta vez a Cuba (luego de una breve estancia en Nicaragua donde los misquitos lo expulsan por considerarlo comunista) convencido de que allí no podrán presionarlo. Recluído en un pueblito de Oriente, ocupa su tiempo pintando y escribiendo sobre la revolución cubana hasta que una noche, bajo los efectos del ron, sostiene una encarnizada discusión con un dirigente del partido y atrae la atención de los agentes de su país lo que motiva su desplazamiento a Ecuador. La atmósfera enrarecida de Quito no lo atrae en absoluto, de manera que al cabo de unos meses se instala en Caracas, Venezuela, acometiendo un prolongado período de tranquilidad empleado en una compañía petrolera. En 1989 es acusado de malversación de fondos y se traslada a Colombia para evadir la acción judicial. Su nuevo hogar se ve profundamente convulsionado por las guerras entre carteles, y Klinki teme ser asociado con Pablo Escobar, zar de la cocaína, con quien mantiene una breve relación amistosa contra su voluntad. Harto de persecuciones, decide refugiarse en Bolivia, país que lo atrae enormemente por haber sido el último destino de Guevara. La suerte no lo favorece y se ve complicado en una revuelta campesina por la legalización del cultivo de coca al poco tiempo de su llegada. Encarcelado como presunto instigador de la revuelta, conoce a un médico argentino que tiene contactos con el flamante gobierno peronista del país vecino. Se establece finalmente en Mar del Plata gracias a la intermediación de dicho médico, ciudad donde reside en la actualidad. Es miembro honorario de la Fundación de Poetas.

 


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